Empecemos con Isaac Asimov (1920 -1992), referencia ineludible. El primer libro que leí de él se llamaba Los límites de la Fundación y trataba los devenires de una nueva sociedad instalada en el borde de la Galaxia por los previsores cientistas sociales de un moribundo imperio galáctico, que habían desarrollado una nueva ciencia a la que llamaron psicohistoria con la que podían predecir con notable seguridad el futuro. Esta ciencia, creada por el idiot savant (cariñosamente, claro) Hari Seldón, servía tan solo para grandes cantidades de personas (que, a su vez, no tenían que saber que estaban siendo estudiadas / manipuladas, sino todo el experimento se iría al garete), ya que no podía predecir el futuro de un individuo determinado. La metáfora que Asimov utilizaba era la de la leyes de los gases y como no se sabía donde iría cada átomo por si solo pero si se podía calcular las direcciones que tomaría el conjunto. [edit]
PSICOHISTORIA- ...Gaal Dornick, utilizando conceptos no matemáticos, ha definido la psicohistoria como la rama de las matemáticas que trata sobre las reacciones de conglomeraciones humanas ante determinados estímulos sociales y económicos...
Implícita en todas estas definiciones está la suposición de que el número de humanos es suficientemente grande para un tratamiento estadístico válido. El tamaño necesario de tal número puede ser determinado por el primer teorema de Seldón, que... Otra suposición necesaria es que el conjunto humano debe desconocer el análisis psicohistórico a fin de que su reacción sea verdaderamente casual...
Enciclopedia Galáctica[1]
Como puede observarse fácilmente ésta última definición se acerca (peligrosamente) a las premisas que sostienen la siempre naciente ciencia de la redes o redología, la cual se maneja con datos estadísticos y reúne científicos de las más disímiles disciplinas. Es así, amigos y amigas: ¡Asimov lo hizo! En serio, este libro (Los límites de la fundación) fue mi ingreso a la famosísima Trilogía de las Fundación (compuesta por Fundación, Fundación e Imperio, Segunda Fundación), que llego a ganar un premio Hugo a la mejor saga de ciencia ficción. Imperios galácticos, seres con poderes extraños y ningún extraterrestre pululan sus páginas.
Otro saga famosa es la de los Robots, que podríamos decir que comienza con Yo, Robot, pasando por Las cavernas de acero, El sol desnudo y Los robots del amanecer. Aquí aparecen las famosas leyes de la robótica:
1 . Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto si estas órdenes entran en conflicto con la Primera Ley.
Continuemos. Es el turno de Sir Arthur C. Clarke (1917 - ), conocido por ser el disparador de la “proverbialmente buena película de ciencia ficción” (en palabras de su director, el ya fallecido Stanley Kubrick) 2001: Odisea del espacio, con su cuento corto “El centinela”. Pero yo no empecé con esto. Corría el año 1995 y gracias a un accidente de transito me había fisurado ¿algo? en el tobillo derecho. Termine internado por menos de una semana en una clínica de Adrogue y mi padre intento paliar mi abulia con un libro. Este resulto ser 2010: Odisea dos, la continuación de 2001 (libro que también se llevo a la gran pantalla con dirección del australiano Peter Hyams: a mi me gusto, a la mayoría no). Una prosa directa, un total desinterés por los personajes y dos libros más continuarían: 2061: Odisea tres y 3001: Odisea final, bastante desparejos, dicho sea de paso. Eso si, el hombre te lleva de paseo por el Sistema Solar en un paseo montañarusesco que no se detiene nunca. Tiene otro libro muy conocido, Cita con Rama, que nunca ha sido llevado a la pantalla, y que propone un gran objeto pérdido en el espacio, a la manera de una Esféra Dyson y siguiendo los pasos del Mundo Anillo ideado por Larry Niven, dejado por vaya a saber uno quién para vaya a saber uno qué.
Su mejor libro no es ninguno de estos, sino El fin de la Infancia, que publico Clarke a mediados de los cincuenta, donde describe la aparición de una raza extraterrestre que acaba con todos los males de la Tierra para terminar en un paradójico y escalofriante final. Pero final final. Le dejo una cita que rescate anoche:
“El hombre occidental había vuelto a aprender lo que el resto del mundo nunca había olvidado: que no había nada pecaminoso en la holganza, como no había nada de degenerado en la simple pereza.”[2]